domingo, 12 de mayo de 2013

  "Es la mujer que mas ha conmovido mi corazòn",escribio Martì ,cuando supo que habìa muerto en Kingston,Jamaica,Doña Mariana,madre de los Maceo, y de los cubanos.
    En 1868, luego del 10 de octubre, hace jurar a sus hijos que lucharán por la libertad: los mayores marchan a la manigua con el padre, y ella los sigue con los pequeños porque su casa es quemada. Cuando Antonio es herido grave y lloran algunas mujeres, ella dice: “¡No quiero lágrimas!”, y a Marcos, el más chico: “¡Empínate, ya va siendo hora de que te vayas al campamento!”. Sus hijos luchan durante treinta años de guerra y todos son bravos mambises. 
Cada vez que alguno muere, ella alienta a seguir combatiendo. En el exilio, la casa de la viejecita es refugio de patriotas. Allí va Martí, antes de iniciar la Guerra Necesaria, a rendir tributo a la madre y patriota ejemplar, de ella dirá: “...me acarició como un hijo, y la recordaré con amor toda la vida”.
   Despuè de casi 90 años de permanecer sepultado en
 Santa Ifigenia, el cuerpo de Mariana Grajales permanece en
perfecto estado de conservación, según un comunicado de  Cármen Soler, portavoz de la Arquidiócesis, quien también informa que ya está en proceso una evaluación del caso por el Vaticano, pués un cuerpo incorrupto por casi 120 años se considera un milagro.
De cumplirse todos los requisitos, Mariana Grajales Coello se convertiría en la primera santa cubana.  Hasta el momento sólo José López Piteira natural de Jatibonico y José Olallo Valdés de Camagüey son los únicos cubanos legítimamente reconocidos y beatificados por El Vaticano.  López Piteira fue mártir de la Guerra Civil española y Olallo Valdés dedicó su vida a cuidar enfermos en el hospital de un convento camagüeyano del siglo XVIIII.
   Mariana Grajales Coello, mujer de entereza admirable y valor inquebrantable tuvo trece hijos. A cada uno de ellos supo ofrecerle los dones de su espìritu y fortaleza y exigir al mismo tiempo la valentìa y el coraje que la patria demandaba de ellos.   De ella dijo el Apóstol José Martí al ver como se lanzaba, esquivando balas, al campo de batalla a rescatar a su hijo Antonio gravemente herido por el fuego del enemigo “Faciles son los heroes con tales mujeres”.
      SI DIOS FUERA MUJER
   ¿Y si Dios fuera mujer? 
pregunta Juan sin inmutarse, 
vaya, vaya si Dios fuera mujer 
es posible que agnósticos y ateos 
no dijéramos no con la cabeza 
y dijéramos sí con las entrañas. 

Tal vez nos acercáramos a su divina desnudez 
para besar sus pies no de bronce, 
su pubis no de piedra, 
sus pechos no de mármol, 
sus labios no de yeso. 

Si Dios fuera mujer la abrazaríamos 
para arrancarla de su lontananza 
y no habría que jurar 
hasta que la muerte nos separe 
ya que sería inmortal por antonomasia 
y en vez de transmitirnos SIDA o pánico 
nos contagiaría su inmortalidad. 

Si Dios fuera mujer no se instalaría 
lejana en el reino de los cielos, 
sino que nos aguardaría en el zaguán del infierno, 
con sus brazos no cerrados, 
su rosa no de plástico 
y su amor no de ángeles. 

Ay Dios mío, Dios mío 
si hasta siempre y desde siempre 
fueras una mujer 
qué lindo escándalo sería, 
qué venturosa, espléndida, imposible, 
prodigiosa blasfemia.

  Mario Benedetti 
 mariana grajales

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